Editorial • Marzo 2015

Vaya comienzo de año. En tan solo un par de semanas pasamos del “Todos Somos Charlie” al “Todos Somos Nisman”.
Toda vez que se presenta de una manera tan brutal e inesperada, la muerte conmociona y nos incita a solidarizarnos con las víctimas y a trabajar para que lo que sucedió no vuelva a suceder.
Sin embargo, son muchas las diferencias entre el ataque de un par de terroristas islámicos a la sede de la revista parisina y la muerte del ex fiscal argentino.
En París se realizó una marcha masiva que contó con personalidades políticas europeas del más alto nivel y de todas las tendencias ideológicas. Todos se unieron tras una causa común, la de repudiar y combatir el terrorismo y la intolerancia. En Buenos Aires, en cambio, la marcha en homenaje a Nisman fue otra muestra más de que el país se encuentra profundamente dividido y que el cambalachesco Siglo 21 sigue siendo tan “problemático y febril” como el anterior. No pudimos marchar todos juntos contra la muerte y por la justicia. ¿Tan difícil era? Quizás sí.
Más allá de cuestiones ideológicas, políticas, de cacerolas o de montoneros, uno de los mayores pozos en el camino de la república es la falta de justicia. En Francia, los terroristas que asesinaron al personal de Charlie Hebdo fueron encontrados y eliminados en un enfrentamiento tan solo horas después de la masacre. Sus nombres y sus fotos aparecieron en todos los diarios del mundo. El caso tuvo resolución inmediata. El caso Nisman, por el contrario, sigue siendo un misterio. De hecho, después de los peritajes, los análisis de expertos, la intervención de la fiscal que lleva adelante la investigación y la declaración de testigos, ni siquiera se ha confirmado si Nisman se suicidó o fue asesinado. A más de un mes del hecho, no hay certezas, no hay responsables presos ni abatidos en combate. No se sabe nada. Para peor, nadie se siente realmente sorprendido de ello, porque era de esperar que así fuera. Es natural. Un fiscal de la Nación apareció muerto de un balazo en la cabeza un día antes de declarar ante el Congreso, en una jornada en la que presentaría pruebas que supuestamente comprometían a la presidenta de la Nación y otros altos funcionarios. Si le preguntan al pueblo argentino si cree que algún día se esclarecerá el caso, la inmensa mayoría dirá que no.
Todos somos Charlie porque creemos en la libre expresión y no queremos que nos maten por decir lo que pensamos, aunque esto ofenda a otro. Y todos somos Nisman porque queremos saber la verdad y demandamos justicia, caiga quien caiga. ¤