Historias Gauchas: Frases del gaucho

Expresiones del campo que revelan costumbres y tradiciones rurales

Echar un taco
En el campo —lejos de las casas y aun en éstas— lo común era beber directamente de la botella, frasco o limeta.
“Echar un taco” no significaba “echar un trago”, sino que se refería al tiempo, más o menos prolongado, que el bebedor mantenía el gollete del recipiente unido a su boca.
Luego, en un “taco” puede haber uno o más tragos.
“Echar un taco” y “pegarle un beso” a la botella, son frases similares.

Sobre el pucho
La frase criolla “sobre el pucho”, expresa exactamente lo mismo que “ipso facto”, es decir “en el mismo instante”, “a renglón seguido”, “sin pérdida de tiempo”.
Es una de las pocas frases bien nuestras y su origen, posiblemente, se remonta a la época del desierto; entonces, los pastizales resecos constituían, especialmente en verano, un peligro siempre latente y temido; por eso, cuando los hombres andaban por el campo, tenían la precaución de apagar el pucho del cigarro —la colilla— escupiendo la brasa, para evitar el riesgo de un incendio, lo que dio lugar a la frase que, completa, es así: “sobre el pucho, la escupida”.
También al viajero que abandonaba la casa después de “hacer noche”, se le advertía: “¡Cuidado con el cigarro, eh!”, o sea, con el pucho que se arrojaba.
La costumbre de apagar la colilla escupiendo en ella puede observarse todavía en estancias y chacras en tiempo de sequedad de pastos y madurez de cereales.

Encontrar la casa en tapera
La gente de campo, para visitar a los amigos, tenía que recorrer, a veces, largas distancias. Y, en ocasiones, sucedía que, al llegar al punto de destino, se encontraban con la casa cerrada, pues sus dueños, por una rara coincidencia, habían salido también en esos momentos.
Esto hacía decir al visitante: “Encontré la casa en tapera”, es decir, deshabitada, abandonada por sus moradores, aunque lo fuese sólo momentáneamente, tal como sucede con la “tapera” típica.

Compilado por Carlos Avilas del libro
“Voces y Costumbres del Campo Argentino”,
de Pedro Inchauspe, publicado en 1949.¤