Psicología: Comenzando por las raíces

“Cómo educar a nuestros hijos para que sean emocionalmente más inteligentes”
Educar emocionalmente a un hijo es intentar potenciar todas sus cualidades emocionales, de modo que la relación que tenga consigo mismo y con los demás, sea de lo más saludable y que lo haga sentirse felíz...
¿Cómo lo hacemos...?
Desde los primeros meses de vida, teniendo siempre en cuenta la importancia de los sentimientos, los chicos aprenden a expresar y manejar las emociones con cierto grado de autocontrol, en oposición a la actuación impulsiva o dejarse llevar por las emociones, sin ningún control.
Diferentes estudios realizados para determinar la incidencia de las emociones en el proceso de aprendizaje han puesto de manifiesto que no basta con un coeficiente intelectual alto para superar las pruebas o dificultades que nos presenta la vida.
El coeficiente intelectual de una persona tan sólo le aporta el 20% de los factores determinantes del éxito, lo cual supone que el 80% restante depende de otra clase de factores y éste es el problema, ya que el desarrollo de la inteligencia académica no nos ofrece la mejor preparación para las dificultades u oportunidades a las que debemos hacer frente a lo largo de nuestra vida.
Es en la familia donde se desarrolla la inteligencia emocional. La relación con los padres, sus primeras relaciones afectivas, por ejemplo, la sensibilidad de los padres ante las necesidades de sus hijos, la capacidad de contenerlos emocionalmente, ayudándolos a controlar sus impulsos y a desarrollar la empatía, constituyen habilidades fundamentales para el desarrollo emocional.
Este proceso, que se inicia en la familia, se continúa con el ingreso al colegio infantil. En esos primeros años se desarrollan las emociones sociales, sentimientos como la inseguridad, los celos, la confianza en si mismos, los miedos, la autoestima. Al entrar en el mundo social del colegio es donde se ponen en práctica todas las habilidades emocionales y sociales del niño, como la empatía (comprensión de las emociones de los demás) y el conocimiento y control de sus propias emociones.
Para el niño que cuenta ya desde pequeño con un buen desarrollo de sus habilidades emocionales, su paso a la primaria y luego a la secundaria, será más fácil y rendirá mejor en su aprendizaje académico, ya que estas dos etapas constituyen momentos críticos para el ajuste emocional y social del niño. ©